miércoles, 1 de septiembre de 2010

UNA CARCEL DE ARENA


Tiene una sonrisa preciosa, sonríe con la mirada, con las manos, con todo el cuerpo, se trata de una melodía ajena para los que cabalgan a lomos de los prejuicios.

Vive entre paredes de arena y viento, sin que le ofreccan otro futuro que no sean esas fronteras que la sinrazón le pone a la existencia de los que aún no nacieron. Pero es feliz.

Se pasea con su pañuelo tapándole el cabello, entornando los ojos bajo el compañero inseparable de los que habitan el desierto, el Sol.

En ocasiones cuando el Siroco, ese viento tan típico de allí, decide entorpecer su camino, se deja llevar, cierra los ojos y escucha las noticias que le trae de lugares que nunca conocerá, palabras de personas con las que nunca hablará, sentimientos extraños, desconocidos, que la confunden y que le recuerdan porqué están allí y lo difícil que es salir.

Bromea constantemente, es lo que le queda, eso y el maravilloso cielo estrellado que cada noche les acuna y adormece para hacer más dulce su encierro injustificado.

Fatuta se llama esa joven Saharaui que se deleita observando las estrellas imaginando ser una de ellas, porque en realidad no se diferencia mucho de esos puntitos brillantes que en pleno Sáhara adornan la noche de forma espectacular.

Ella esta encerrada en una cárcel de arena, y las estrellas en el firmamento, bien quietas sin moverse, siempre en su lugar, hasta que inertes hacen su único viaje y desaparecen. Así imagina Fatuta que será su final, una espectacular escapada de su encierro, donde todos se asombrarán de lo increíble de su huida y por fin podrá brillar en otro lugar más allá de la porción de desierto que les han dejado para que el tiempo pase y pasen también sus ansias de libertad.

Lo que no saben los que creen que todo lo saben es que jamás se pueden encerrar los sueños, y que éstos vuelan más lejos cuanta menos libertad tenga su cuerpo.

Con cariño para Fatuta.

1 comentario:

La sonrisa de Hiperion dijo...

Todas las cárceles injustas deberían desaparecer de la faz de este mundo salobre...

Saludos y un abrazo.